Gigantes

Encarnando la fuerza descontrolada de la vida, los guardianes de la tierra, los avatares de la montaña, los protectores —o destructores— de los pueblos, el folklore de gigantes, ogros, forzudos y monstruos antropófagos de tamaño descomunal es uno de los motivos más ricos del patrimonio popular catalán y, mucho más allá, europeo. En ocasiones son metáforas de una montaña, de la naturaleza o de un linaje, como el gigante catalán Farell, en otras, del hambre más oscura de las personas. En Cataluña y otros lugares de Europa el gigante se ha convertido en una pieza central del folklore y las tradiciones populares locales.  

Existen gigantes bondadosos, hombretones de una gran potencia física que expresan valores vinculados al sol o al hierro, héroes culturales y fundacionales que inician un linaje con su impulso irresistible de fuego. Pero también existe su contraparte retorcida, el monstruo de un solo ojo que vive en la caverna observando sin piedad a su víctima, la ogresa que engaña a los niños con dulces para después devorarlos, el asesino que sólo puede ser vencido con astucia, como los monstruos de pesadilla que habitan cuentos como el de Pulgarcito, Pere Xic o  Jack y las judías mágicas.